Será
desarraigada del pueblo
Hechos 3:22-
26 Porque Moisés
dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros
hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma
que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. Y todos los profetas desde Samuel en
adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. Vosotros sois los hijos de los
profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En
tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios, habiendo
levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta
de su maldad.
Desarraigo
Se
denomina desarraigo al proceso y el resultado de desarraigar: extraer una
planta de raíz; expulsar o alejar a alguien de su lugar de origen; anular o
suprimir una costumbre. La noción suele
emplearse respecto a lo que siente aquel que debe emigrar de su tierra.
Por
ejemplo: “El escritor fue premiado por su novela sobre el desarraigo”, “En este
país he podido progresar económicamente, pero siempre he sufrido el
desarraigo”, “Reunirme con mis compatriotas me ayuda a combatir el desarraigo”.
Cuando
una persona se aleja de sus raíces familiares, sociales y culturales, comienza
a experimentar un extrañamiento que afecta a su identidad. Esa pérdida es el
desarraigo, que tiene consecuencias en la socialización y en la psicología del
individuo.
Por
lo general el desarraigo se produce cuando el sujeto es forzado a abandonar su
hogar. La pobreza, un
desastre natural, la persecución política, una guerra o un genocidio son
razones que pueden obligar a alguien a emigrar. Al instalarse en el nuevo
sitio, es probable que la persona añore su tierra y experimente el desarraigo
al encontrarse inmersa en nuevas prácticas sociales.
Angustia,
ansiedad, miedo, frustración y soledad son algunas de las sensaciones
vinculadas al desarraigo, que puede derivar en depresión, alcoholismo y otros
trastornos. En ocasiones, el desarraigo también se vincula a la discriminación
que muchas veces padecen los inmigrantes.
En
la actualidad, la tecnología puede ayudar a minimizar el desarraigo al
facilitar las comunicaciones. Por otra parte, es habitual que los integrantes
de una colectividad en el extranjero se reúnan en clubes y asociaciones civiles
para mantener vivas sus costumbres y no padecer el desarraigo.
Claro
que el desarraigo también puede ser entendido de una manera mucho más profunda
y alejada de lo material, como esa sensación de haber perdido algo muy
importante, una parte de nuestro ser, y no simplemente la cercanía física con
nuestros seres queridos o la posibilidad de mantener nuestras costumbres
culturales. Una de las acepciones que proporciona el diccionario de la RAE para
el verbo desarraigar dice que supone “el corte de los vínculos afectivos con
las personas que formaron parte de nuestra crianza”.
Dicho
de otro modo, el desarraigo no implica un viaje a un país extranjero, o bien
puede comenzar mucho antes de desprenderse del propio. Cuando un individuo
descubre que sus padres no son personas justas, o que no lo han criado con amor
sino que lo han sometido a la negligencia, entre otros males, probablemente
sienta que alguien le arranca las raíces de pronto, que sus lazos afectivos se
cortan y que deja de pertenecer al mundo conocido, para quedar suspendido en la
incertidumbre.
Mientras
que el desarraigo meramente material, que se da ante la imposibilidad de
consumir nuestros platos favoritos en el exterior, podemos intentar superarlo
comprando los productos en tiendas de importación, el emocional no hay forma de
repararlo, especialmente si surge por razones similares a las expuestas en el
párrafo anterior.
Con
respecto a las costumbres y los gustos, que muchas veces incluyen actividades
deportivas, el desarraigo no es tan pesado, ya que siempre es posible encontrar
personas con ganas de aprender cosas nuevas para adaptarse a los extranjeros, o
bien a otras que vengan del mismo país y deseen mantener vivas sus raíces. Pero
también están quienes no quieren mirar hacia atrás, y por eso aceptan el
desarraigo y hacen de él un estilo de vida, por así decirlo.
Haciendo
una analogía con la botánica, a veces es conveniente para una planta quitarla
de un suelo enfermo o poco nutritivo y llevarla a uno más propicio para su
desarrollo. Al principio es posible que le cueste adaptarse, pero con el tiempo
quizás crezca más bella y radiante de lo que jamás habría podido en su tierra
natal.
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