Jeremías 6:7, 8 Como la fuente nunca cesa de manar sus
aguas, así ella nunca cesa de manar su maldad; injusticia y robo se oyen en
ella; continuamente en mi presencia, enfermedad y herida. Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte
mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabitada.
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