Aunque
subiere su altivez hasta el cielo
Como
su estiércol, perecerá para siempre
Job 20:5- 29 Que la alegría de los malos es breve, Y
el gozo del impío por un momento? Aunque subiere su altivez hasta el cielo, Y
su cabeza tocare en las nubes, Como su
estiércol, perecerá para siempre; Los que le hubieren visto dirán: ¿Qué hay de
él? Como sueño volará, y no será
hallado, Y se disipará como visión nocturna. El ojo que le veía, nunca más le verá, Ni su
lugar le conocerá más. Sus hijos
solicitarán el favor de los pobres, Y sus manos devolverán lo que él robó. Sus huesos están llenos de su juventud, Mas
con él en el polvo yacerán. Si el mal se
endulzó en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua, Si le parecía bien, y no lo dejaba, Sino que
lo detenía en su paladar; Su comida se
mudará en sus entrañas; Hiel de áspides será dentro de él. Devoró riquezas, pero las vomitará; De su
vientre las sacará Dios. Veneno de
áspides chupará; Lo matará lengua de víbora. No verá los arroyos, los ríos, Los torrentes
de miel y de leche. Restituirá el trabajo conforme a los bienes que tomó, Y no
los tragará ni gozará. Por cuanto
quebrantó y desamparó a los pobres, Robó casas, y no las edificó; Por tanto, no tendrá sosiego en su vientre, Ni
salvará nada de lo que codiciaba. No
quedó nada que no comiese; Por tanto, su bienestar no será duradero. En el colmo de su abundancia padecerá
estrechez; La mano de todos los malvados vendrá sobre él. Cuando se pusiere a llenar su vientre, Dios
enviará sobre él el ardor de su ira, Y la hará llover sobre él y sobre su
comida. Huirá de las armas de hierro, Y
el arco de bronce le atravesará. La
saeta le traspasará y saldrá de su cuerpo, Y la punta relumbrante saldrá por su
hiel; Sobre él vendrán terrores. Todas
las tinieblas están reservadas para sus tesoros; Fuego no atizado los
consumirá; Devorará lo que quede en su tienda. Los cielos descubrirán su
iniquidad, Y la tierra se levantará contra él. Los renuevos de su casa serán transportados; Serán
esparcidos en el día de su furor. Esta es la porción que Dios prepara al hombre
impío, Y la heredad que Dios le señala por su palabra.
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