Hebreos
4:14 Por tanto,
teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios,
retengamos nuestra profesión. Porque no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de
la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro.
Hebreos
5:1- 10 Porque todo sumo
sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los
hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios
por los pecados; para que se muestre
paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado
de debilidad; y por causa de ella debe
ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. Y nadie
toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. Así
tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que
le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he
engendrado hoy. Como también dice en
otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec. Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo
ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la
muerte, fue oído a causa de su temor
reverente. Y aunque era Hijo, por lo que
padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor
de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según
el orden de Melquisedec.
Hebreos
7 Porque este Melquisedec, rey de
Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de
la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos
de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de
justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni
tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios,
permanece sacerdote para siempre.
Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca
dio diezmos del botín. Ciertamente los
que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de
tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque
éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía
no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que
tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el
mayor. Y aquí ciertamente reciben los diezmos
hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo
también Leví, que recibe los diezmos;
porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió
al encuentro. Si, pues, la perfección
fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley),
¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de
Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Porque cambiado el sacerdocio, necesario es
que haya también cambio de ley; y aquel
de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino
de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza
de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del
mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida
indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para
siempre, Según el orden de Melquisedec. Queda,
pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e
ineficacia (pues nada perfeccionó la
ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a
Dios. Y esto no fue hecho sin
juramento; porque los otros ciertamente
sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le
dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor
pacto. Y los otros sacerdotes llegaron
a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre,
tiene un sacerdocio inmutable; por lo
cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos
convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más
sublime que los cielos; que no tiene
necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero
sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre,
ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles
hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho
perfecto para siempre.
Nota:
leer: Hebreos 8, 9 y 10 para completar
el estudio
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