1 Samuel 15:22, 23 Y Samuel dijo: ¿Se complace Dios tanto
en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Dios?
Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que
la grosura de los carneros. Porque como
pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.
Por cuanto tú desechaste la palabra de Dios, él también te ha desechado para
que no seas rey.
Ezequiel 11:17- 21 Di, por tanto: Así ha dicho Dios el
Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las
cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel. Y volverán allá, y quitarán de ella todas sus
idolatrías y todas sus abominaciones. Y
les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el
corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden
mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.
Mas a aquellos cuyo corazón anda
tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino
sobre sus propias cabezas, dice Dios el Señor.
Ezequiel 23:46-
49 Por lo que así ha dicho Jehová el Señor: Yo haré subir contra ellas
tropas, las entregaré a turbación y a rapiña, y las turbas las apedrearán, y las atravesarán
con sus espadas; matarán a sus hijos y a sus hijas, y sus casas consumirán con
fuego. Y haré cesar la lujuria de la
tierra, y escarmentarán todas las mujeres, y no harán según vuestras
perversidades. Y sobre vosotras pondrán
vuestras perversidades, y pagaréis los pecados de vuestra idolatría; y sabréis
que yo soy Jehová el Señor.
Hechos 17:16- 34
Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo
la ciudad entregada a la idolatría. Así
que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día
con los que concurrían. Y algunos
filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían:
¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos
dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Y tomándole, le trajeron al Areópago,
diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas.
Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. (Porque todos los atenienses y los extranjeros
residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír
algo nuevo.) Entonces Pablo, puesto en
pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois
muy religiosos; porque pasando y mirando
vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción:
AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien
yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo
y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por
manos humanas, ni es honrado por manos
de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y
aliento y todas las cosas.
Y de una sangre ha hecho todo el linaje
de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha
prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera,
palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de
nosotros. Porque en él vivimos, y nos
movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho:
Porque linaje suyo somos. Siendo, pues,
linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o
plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los
tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que
se arrepientan; por cuanto ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a
quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Pero cuando oyeron lo de la resurrección de
los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto
otra vez. Y así Pablo salió de en medio
de ellos. Mas algunos creyeron,
juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer
llamada Dámaris, y otros con ellos.
Gálatas 5:16- 26 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el
Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no
estáis bajo la ley. Y manifiestas son
las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos,
celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he
dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no
hay ley. Pero los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también
por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos
unos a otros.
Colosenses 3:5- 7
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene
sobre los hijos de desobediencia, en las
cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
1 Pedro 4:3- 7 Baste ya el tiempo pasado para haber
hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias,
embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A éstos les parece cosa extraña que vosotros
no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado
para juzgar a los vivos y a los muertos. Porque por esto también ha sido predicado el
evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres,
pero vivan en espíritu según Dios. Mas
el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración.
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