Y
le expulsaron
Juan 9:13- 34
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era día de reposo*
cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Volvieron, pues,
a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo:
Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Entonces algunos de los fariseos
decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo.*
Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había
disensión entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del
que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. Pero los judíos no creían que
él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los
padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste
vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? Sus
padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que
nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los
ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por
sí mismo. Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por
cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el
Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene,
preguntadle a él. Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y
le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que
habiendo yo sido ciego, ahora veo. Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te
abrió los ojos? El les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír;
¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus
discípulos? Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros,
discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero
respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues
esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió
los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso
de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir
que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios,
nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y
nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron
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