2 Corintios 1:3- 7 Bendito sea
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de
toda consolación, el cual nos consuela
en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a
los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios.
Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo,
así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados,
es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra
consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones
que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es
firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo
sois en la consolación.
2 Corintios 6:4- 10 antes bien, nos recomendamos en todo como
ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en
angustias; en azotes, en cárceles, en
tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos;
en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo,
en amor sincero, en palabra de verdad,
en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra; por honra y por deshonra, por mala fama y por
buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien
conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no
muertos; como entristecidos, mas
siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo
nada, mas poseyéndolo todo.
2 Corintios 8:2, 3 que en grande prueba
de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en
riquezas de su generosidad. Pues doy
testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de
sus fuerzas,
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