sábado, 13 de octubre de 2018

El Señor fue Ungido dos Veces


Muerte de Lázaro

María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo

Fue  la que ungió al Señor con perfume

Juan 11:1, 2 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.  (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.)


Jesús es ungido en Betania

Vino  Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto

Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro

Y  ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos

Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres

Sino  porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella

Juan 12:1- 8   Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.  Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.  Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.  Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar:   ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?  Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.  Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.  Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros,(B) mas a mí no siempre me tendréis.


Jesús es ungido en Betania

Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso


Mateo 26:6- 13  Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,  vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.  Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?  Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.  Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.  Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.  Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.   De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Jesús es ungido en Betania

Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso

Vino  una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro

Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios

Y  haberse dado a los pobres

Se  ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura

Marcus 14:3- 9 Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?  Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella.  Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho.  Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.

Jesús en el hogar de Simón el fariseo

Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él

Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora

Trajo  un frasco de alabastro con perfume

Lucas 7:36- 50  Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.   Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;  y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más?  Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.   Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.   No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.  Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.  Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.   Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?  Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.

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