Juan 10:11- 13 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su
vida da por las ovejas. Mas el
asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir
al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es
asalariado, y no le importan las ovejas.
El
problema con este tipo de trabajador de la viña de Dios es que no trabaja de
forma voluntaria, ni lo hace con ánimo pronto, tampoco quiere ser ejemplo de la
grey, ni está dispuesto a compartir los beneficios con los hermanos, a los
cuales llama ovejas, se siente superior,
necesita ser tenido como maestro, como persona que no requiere ser corregido,
como alguien en quien reposa la verdad llevada al dogma, su inspiración es
sublime y su unción es única. No tiene necesidad de ayunar porque las ovejas y
borregos lo hacen por él, así logra tener más unción, ordena, gobierna, y si
alguien no quiere seguir su bendición se puede ir, le importa más su bienestar
y el de sus hijos y la totalidad de su familia, que la de las ovejas y borregos
que están a su cargo.
El
problema con este tipo de trabajador es que sus ojos están puesto en el premio,
el cual llama bendición, todo se lo merece y le debe ser retribuido, va por
allí no sembrando amor sino buscando a quien quitar y si da algo hay que estarle
eternamente agradecido, sólo son útiles los que se someten a sus designios,
quienes no lo hacen son desechables, requiere del apoyo de borregos que no
piensen, que actúen de acuerdo a lo planteado por el ungido en salario, no le
importa las ovejas porque para él son un negocio, no da sin esperar recibir,
pide y llama a los que se les oponen fariseos, eso es la esencia del asalariado.
Él
es negociante, hasta las oraciones de los miembros de su iglesia son para
obtener beneficios, promete villas y castillos, al final el único beneficiado
es él, se beneficia de los ayunos, así obtiene la unción y el fuego del toque,
ese toque que inutiliza a los hermanos en lo espiritual, se beneficia de las
bendiciones, ya viene la bendición y lo proclama en el altar y después va y
vende la bendición porque no es más que negocio.
Desecha
a los hermanos que realmente tienen fe y que están dispuestos a defender la
verdad y su posición como ministros de Dios, se rodea de hermanos perversos y
les da cargos importante y los coloca sobre el altar, va y predica algo y luego se le olvida, hasta
el pedir disculpa es meramente un formulismo que le permite quedar bien ante
los demás, todos tienen la culpa de sus miserias, otros tienen la culpa de sus
maldades, otros tienen la culpa de sus sufrimientos, otros son los ladrones
y fariseos, él cuenta con el apoyo de
los tontos útiles, con el apoyo de los borregos arrastrado y eso le da ánimo
para seguir hundido en sus miserias y en el estiércol de su fe monetizada.
Sin
él nadie es nada, no importa el que se va importa quién vendrá, y al final es
el lucero que ilumina a los seguidores del misterio de iniquidad quienes le
acompañan, huye el PASTOR ASALARIADO, se muda, busca otros lugares, su alma no
haya reposo, la unción que es verdadera se le aparta, se vuelve un SAUL,
después de rey coronado pasa a ser un rey sin corona.
Mateo 4:8- 10 Otra vez le llevó el diablo a un monte
muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le
dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque
escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
El
mal conoce la debilidad del asalariado, sabe que su dios es el Mammon, sabe que
al final no importa lo que diga la predicación del pastor en cuestión, el mal
viene y lo invita le muestra la riqueza del mundo, el como viven otros asalariados
y le ofrece, y el asalariado piensa que aquello es una bendición del Eterno y
se rinden al Mammon y cede, hace
contratos, negocia su fe, negocia la predicación y pone una cubierta luminosa
como de cristal encima de la enseñanza
que le habían dado, se recubre la antigua enseñanza con el brillo de la
nueva, el misterio de iniquidad fluye,
la vieja doctrina se pudre debajo de la nueva y reluciente, el brillo del mal
la opaca todo y los servidores del misterio de iniquidad danzan y predican, la
esencia se desmorona debajo de la nueva cubierta, el asalariado ha hecho su
voluntad, la voluntad del Eterno yace sepultada bajo el brillo cegador de la
iluminación del mundo.
Marcos 8:36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si
ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
La
peor ofensa para el asalariado meterse con su “bendición”, el demonio interno
te ve con mala cara y hace gestos al hermano de al lado, y a quien lleva el
mensaje, lo ve como vil y despreciable, porque lo que no apoye y ayude al asalariado es basura.
Maldice a los hermanos, promete
enfermedades, trae a gente de otros lados y las abandona a su suerte, sus
promesas son arena entre dedos abiertos, sus promesas son agua entre las manos,
las degracias propias deben se atendidas por los demás, las desgracias ajenas
no son las de él, lejos de mí le irá mal, promesas de mal y mal para los demás,
pero para él todo es bendición, mas si ésta viene monetizada, come como rey el
asalariado, mientrás sus hermanos pasan hambre,
al final huye el asalarido sin que nadie lo persiga, sieguiendo el rumbo
de otros posibles beneficios.
El
pastor asalariado es profeta que predice bendiciones futuras, pero su fin
último es el de Balaam quien miraba la retribución no la advertencia del
Eterno, así como Giezi quien fue detrás de Namán para recibir el premio por la
curación, y todo lo hizo con un doble trasfondo, para el obtener la gloria
inmerecida que pertenecía a Eliseo, por ello, terminó cubierto de LEPRA, por eso el Pastor y
profeta asalariado anda enfermo, por eso la lepra se lo come, por ello la
cabeza le duele, por eso anda angustiado por sus negocios.
Mientrás
tanto la enseñanza antigua se pudre, y es puesta una cubieta lustroza encima de
la misma, el pastor, profeta, apóstol asalariado va vendiendo a Cristo por unas
cuantas monedas, porque su Cristo es de prosperidad de negocios, su dios le
hace prosperar mediante la compra venta de bienes, y así piensa que es
realmente bendecido. El pastor asalariado abandona la iglesia, lanza a los
hermanos al barranco, es el Judas moderno vendido al Sumo Sacerdote por treinta
piezas de plata, y al final debajo de la cubierta rota queda un agujero negro,
un abismo profundo que conduce al infierno.
Y
queda el Pastor asalariado ciego sin ver otra cosa que la cubierta brillante,
que resplandece como el cristal, cristal que produce luz que encandila, luz no
de Cristo sino luz similar a la de la llama de la Estatua de la Libertad, está
iluminado, pero esa luz lo ciega, la enseñanza y su doctrina pudre su esencia,
la esencia de lo que el Eterno dio al comienzo. Se queda con lo inútil, con lo
que no le critica, con lo que no le hace peso, con lo manejable y utilizable,
huye el Pastor asalariado, es herido y
huye, y se queda sin reales ministros y mujeres del Eterno.
Respuesta de un Pastor al Estudio